Preocupación y temor se extienden en importantes áreas del PSOE ante la posibilidad de que Puigdemont continúe desafiando abiertamente a Pedro Sánchez.
Existen diferencias entre una grieta y una fractura en un cuerpo sólido. Mientras que la grieta es un corte irregular que no divide completamente el cuerpo, la fractura implica una división total del mismo. Una grieta puede ser considerada como una advertencia, pero esta advertencia no proporciona información completa sobre la profundidad de la fisura. Es imposible determinar si la grieta ha penetrado superficialmente o si ha llegado hasta el corazón del cuerpo sólido.
En el Partido Socialista de Pedro Sánchez se pueden identificar algunas grietas, pero aún no han alcanzado el nivel de una fractura. Lo que evita que las grietas se conviertan en fracturas es tanto el poder consolidado en el partido como la devoción a las siglas del mismo. Estas siglas tienen un significado político y emocional que trasciende la lealtad hacia el secretario general en turno.
En general, no se escuchan muchas voces críticas hacia la dirección actual del Partido Socialista, salvo la del presidente de Castilla-La Mancha. Sin embargo, muchos cargos y afiliados de base tienen dudas y temen que el partido no salga bien parado de esta situación. Aceptaron la amnistía como una operación de Estado, pero el comportamiento del líder de los amnistiados y el propio Amnistiado Mayor del Reino no auguran resultados positivos. Establecer amistades con personas así no es sencillo.
La política del Gobierno se encuentra en una posición complicada, ya que está encadenada a los rencores, urgencias y aflicciones de Carles Puigdemont. El presidente Pedro Sánchez camina en un alambre con los ojos vendados, mientras Vox, el Partido Popular, algunos jueces y el socialista Emiliano García Page intentan aflojar el cable. A su vez, su aliado hipercatalán lo presiona desde atrás. En el PSOE temen por la vida política de Sánchez y también por la del partido en sí mismo, pues sería desastroso si esta legislatura fracasa.
El PSOE es mayoritariamente un partido sanchista en la actualidad, aunque en menor medida que en el pasado cuando predominaba el felipismo. Sin embargo, España no es un país mayoritariamente sanchista. A Sánchez le falta el carisma que han adquirido otros líderes políticos gracias al ejercicio del poder. El caso de Pere Aragonés es distinto, ya que la presidencia de la Generalitat no ha transformado su imagen de la misma manera. La situación de Sánchez es singular, ya que forjó su carisma previo a la conquista del poder en 2018, después de la humillante derrota sufrida en el Comité Federal socialista en octubre de 2016.
En el PSOE, hay sectores preocupados por la influencia y el control que Carles Puigdemont ejerce sobre Pedro Sánchez. A pesar de las reservas, estas personas aplauden la valentía y energía del secretariado general, pero son conscientes de que el resultado de esta partida depende más de la voluntad impredecible de Puigdemont que de las habilidades de Sánchez. Aunque Junts juegue dentro de los límites de la institucionalidad, siempre existe la posibilidad de que Puigdemont decida romper las reglas de alguna manera. No necesariamente repetirá la locura de octubre de 2017, pero continuará desafiando los límites. A pesar de los pronunciamientos institucionales en contra de la legitimidad de los goles independentistas de septiembre y octubre de 2017, Puigdemont sigue defendiendo su legalidad con el argumento de que hubo juego sucio.
En las próximas elecciones gallegas, se espera que los resultados sean interpretados como un termómetro de la temperatura política nacional. El PSOE no ha tenido mucho éxito en Galicia en el pasado, pero la única esperanza socialista es que las derechas no alcancen la mayoría absoluta. Sin embargo, incluso en ese escenario, la militancia permanecerá inquieta, como las serpientes que se esconden bajo el césped, ya que Pedro Sánchez sigue equilibrándose en un alambre alto. No hay una conclusión definitiva en este texto.