No hay una única enfermedad llamada cáncer, sino cánceres en plural. Algunos tienen una supervivencia a los cinco años del 90%, como el de próstata y el de tiroides, y otros como el de pulmón, son casi una sentencia de muerte (tienen una esperanza de vida a los cinco años del 12% en varones y del 18% en mujeres). Uno de los motivos es que «cuando aparecen, ya estás invadido». Quien habla es Inma Escricheque supo que tenía cáncer de pulmón en octubre del 2016, a los 45 años y cuándo ya tenía cuatro tumores, una tromboembolia pulmonar bilateral, un trombo en la pierna y un pulmón embalsado.
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Diagnóstico: estadio IV con metástasis ósea y, a lo sumo, cuatro meses de vida. Sin embargo, más de seis años después sigue viva y dando guerra. «He hecho 102 sesiones de quimio, soy un milagro con patas», dice con sorna. Como vicepresidenta de laAsociación de Afectados de Cáncer de Pulmónda conferencias, asiste a reuniones con autoridades sanitarias y es una de las pacientes más activas en las redes socialesdonde explica detalladamente el calvario que supone enfrentarse a una enfermedad que segó la vida, sólo el 2020, a 112.000 personas. Una cifra que irá en aumento a causa del envejecimiento poblacional, según ha alertado la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) con motivo del Día Mundial del Cáncer, que se celebra cada 4 de febrero.
Inma no fumaba, pero es consciente de que el tabaco es la causa del 33% de los cánceres y por eso considera una «vergüenza» que el Gobierno haya decidido «guardar en un cajón» la propuesta para endurecer la ley antitabaco. Hasta tres ministros han anunciado planes para reformar la ley que en el 2010 impidió fumar en espacios cerrados, ya que se ha quedado obsoleta y ahora es una de las más laxas del entorno europeo, pero todavía no se ha aprobado ninguna medida. Y Escriche no confía en que salga adelante antes de que acabe la legislatura. «El ‘lobby’ de las tabaqueras no deja dar pasos adelante», lamenta.
La experiencia sanitaria
La experiencia de Inma con el sistema sanitario es agridulce. Antes de que le descubrieran la enfermedad, «tenía todos los síntomas» que había algún problema en el pulmón y, sin embargo, el médico de familia sólo le aconsejaba que perdiera peso y haz ejercicio«ya que decía que la tos, el cansancio y el ahogo al subir escaleras estaban relacionados con el estrés de tener tres hijos y compatibilizarlo con el trabajo». «Fue una vergüenza», afirma.
Hasta que se cansó, se plantó en urgencias y, aunque la querían enviar a casa –porque uno de los pulmones le funcionaba bien y en reposo oxigenaba adecuadamente–, una radiografía demostró que sufría un cáncer ya extendido. A partir de entonces, la trataron en la Fundación Jiménez Díaz, «uno de los mejores oncólogos del país», y su ingreso en ensayos y tratamientos muy tóxicos consiguieron que el Inma se haya convertido en uno de los pocos «largos supervivientes de cáncer de pulmón».
La quimioterapia
Muy pocas personas en España han recibido tantas sesiones de quimioterapia. Ininterrumpidamente, ha recibido la «droga» cada 21 días durante más de seis años y sólo en tres ocasiones estaba tan grave que tuvieron que aplazar el tratamiento una semana. Asimismo, participó en un ensayo sobre inmunoterapia que ha sido tan efectivo que ha logrado aumentar a dos años la supervivencia media de los pacientes con cáncer de pulmón. A continuación rescataron para ella un tratamiento obsoleto por su toxicidad pero que a Inma le resultó efectivo y detuvo una nueva metástasis. Pero la primera sesión le provocó un choque y estuvo a punto de morir.
No fue la única vez. El último año ha estado en punto de morir en cuatro ocasiones y es «muy duro gestionar emocionalmente» hacerse a la idea de que la quimioterapia y sus dolorosos efectos secundarios son «de por vida». También es «complicadísimo» vivir «sin poder hacer planes de futuro, sin saber si vivirás otra Navidad, otro cambio de ropa de armario…».
Inma soporta la difícil situación gracias a su fe en Diosque no le da la esperanza de curarse, pero sí serenidad», y «al apoyo de la gente». «El cáncer me ha permitido ver que la bondad existe», reflexiona.
Cristina Navarro
Licenciada en Enfermería y Farmacia. Máster en especialidad de Endocrinología y Nutrición.